Lo que yo quería de un día de playa |
Desde que me mude a Caracas (hace unos cuantos años) decidí ir a la
playa por lo menos una vez al mes, después de vivir tanto tiempo lejos de la
costa, una vez cerca no iba a perder la oportunidad de tener el mejor
bronceado.
Tanto es mi amor al mar (cosa que comparto con el gordo) que decidimos
casarnos en la playa.
Con los niños quise seguir mi rutina de ir a la playa regularmente, me
encantaba la idea, les compre de todo: como 5 trajes de baños, con sus
pantuflas, sandalias, juguetes y demás implementos que se requieren.
Preparar el bolso playero de los niños resulto una tarea titánica, pues
no quería dejar nada que pudiera necesitar, quería llevar toda la ropa, la
comida, los juguetes, cremas, bebidas… de todo. Y la cosa resulto un maletón!!!
Súmale al maletón de los niños, las cosas mías, más las sillas playeras,
la sombrilla, la cava, el agua, los vasos, etc….
Llegados (luego de mil horas de preparación y tráfico) a la playa,
resulto que a los niños les dio hambre, sueño, fastidio, calor, miedo… de todo,
en el mismo momento en que teníamos que instalarnos en la playa. Como pudimos los
atendimos para que no lloraran más y poder instalarnos.
Gabriel con su papá |
Ilusa yo! Al creer que el día de playa seria un día relajado, recostada
en una tumbona, tomando sol, con una piña colada en mano. Que inocente! Mi día se pasó dando de comer,
cambiando pañales, lavando manos (para que no comieran arena, lo que les atraía
mucho), limpiando vómito (no se que les cayó mal, pudo haber sido la arena),
durmiéndolos, es decir, todo fue un desastre.
Diego no se enteró de lo que pasaba, él solo quería tetica y dormir |
Al finalizar el día de playa, reflexione junto al gordo de lo que había
pasado, y nos dimos cuenta que teníamos que adaptar nuestras expectativas
acerca de lo que significa un día de playa (olvídate de la tumbona y de la piña
colada) y simplificar nuestros días de playa.
Así fue! Nos adaptamos, simplificamos y pudimos disfrutar de días de
playa, ahora con nuevas expectativas de ver a los niños disfrutar del mar, de
la arena, de su piscina… ha hecho que retomemos de nuevo nuestro amor al mar.
Descubrí además que los azules del mar y lo blanco de la arena, me da el
escenario perfecto para tomar las fotos más hermosas de mis chiquititos.
Mi inspiración |
En fin, todas las experiencias con mis hijos me dejan un aprendizaje, y
en este caso es que hay que adaptarse, cambiar y disfrutar cada regalo
maravilloso que nos da la vida.
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