martes, 17 de julio de 2012

Un día de playa



Lo que yo quería de un día de playa

Desde que me mude a Caracas (hace unos cuantos años) decidí ir a la playa por lo menos una vez al mes, después de vivir tanto tiempo lejos de la costa, una vez cerca no iba a perder la oportunidad de tener el mejor bronceado. 

Tanto es mi amor al mar (cosa que comparto con el gordo) que decidimos casarnos en la playa.

Con los niños quise seguir mi rutina de ir a la playa regularmente, me encantaba la idea, les compre de todo: como 5 trajes de baños, con sus pantuflas, sandalias, juguetes y demás implementos que se requieren.

Preparar el bolso playero de los niños resulto una tarea titánica, pues no quería dejar nada que pudiera necesitar, quería llevar toda la ropa, la comida, los juguetes, cremas, bebidas… de todo. Y la cosa resulto un maletón!!!

Súmale al maletón de los niños, las cosas mías, más las sillas playeras, la sombrilla, la cava, el agua, los vasos, etc….

Llegados (luego de mil horas de preparación y tráfico) a la playa, resulto que a los niños les dio hambre, sueño, fastidio, calor, miedo… de todo, en el mismo momento en que teníamos que instalarnos en la playa. Como pudimos los atendimos para que no lloraran más y poder instalarnos.

Gabriel con su papá


Ilusa yo! Al creer que el día de playa seria un día relajado, recostada en una tumbona, tomando sol, con una piña colada en mano.  Que inocente! Mi día se pasó dando de comer, cambiando pañales, lavando manos (para que no comieran arena, lo que les atraía mucho), limpiando vómito (no se que les cayó mal, pudo haber sido la arena), durmiéndolos, es decir, todo fue un desastre.

Diego no se enteró de lo que pasaba, él solo quería tetica y dormir


Al finalizar el día de playa, reflexione junto al gordo de lo que había pasado, y nos dimos cuenta que teníamos que adaptar nuestras expectativas acerca de lo que significa un día de playa (olvídate de la tumbona y de la piña colada) y simplificar nuestros días de playa.

Así fue! Nos adaptamos, simplificamos y pudimos disfrutar de días de playa, ahora con nuevas expectativas de ver a los niños disfrutar del mar, de la arena, de su piscina… ha hecho que retomemos de nuevo nuestro amor al mar.

Descubrí además que los azules del mar y lo blanco de la arena, me da el escenario perfecto para tomar las fotos más hermosas de mis chiquititos.

Mi inspiración


En fin, todas las experiencias con mis hijos me dejan un aprendizaje, y en este caso es que hay que adaptarse, cambiar y disfrutar cada regalo maravilloso que nos da la vida.

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